miércoles, 2 de julio de 2008

Puntos de encuentro

Llevo toda la vida juntando palabras. Escribo desde que tengo uso de razón, desde siempre; de pequeña llegué a copiar capítulos enteros de libros sólo por el placer de escribir, de ver deslizarse por un cuaderno de rallas mi pluma nueva, con esa tinta violácea que tanto me gustaba. He escrito cuentos, bocetos de novelas, microrrelatos, columnas, críticas, crónicas, cientos de artículos periodísticos, pero lo que nunca he podido escribir (no, al menos, desde que a los siete u ocho años dejé de intentarlo tras darme cuenta de que no era lo mío) es poesía. Algún intento aislado, muy aislado, de verso libre, pero siempre vergonzante.


Puede que esa sea una de las razones de mi escasa afición por leer versos, o puede que sea al revés: no he leído de poesía más que lo básico, y así es imposible escribir algo decente. Por eso admiro tanto a la gente capaz de hacerlo. Y es que, ojo, que no me entusiasme la poesía no quiere decir que no idolatre a algún que otro poeta.


Juntar palabras con ritmo, con sentido, con intención, con musicalidad, ir mucho más allá de la prosa en que todo vale... cualquier persona capaz de aventurarse en semejante berenjenal merece mi respeto, y si encima lo hace con clase, con estilo y con talento, me quito el sombrero.






Por eso disfruté tanto el sábado en Diablos Azules con la presentación de Punto de fuga, el último libro de Sonia San Román. Porque escuchar recitar a alguien con tal pasión, con tanta entrega, esos pequeños trozos de vida que tanto dicen, me pone la piel de gallina. Y decir además que alguien con tanto talento se cuenta entre mis amigos, eso no tiene precio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que guay leerte por el ciber mundillo.

Petons Guapa.

Te veo el sabado.
David Grau

Sonia San Román dijo...

Hola guapa.
Siento haber entrado tan tarde por aquí a darte las gracias.
Yo también estoy muy orgullosa de que alguien como tú se cuente entre mis amigos.
Un besazo enorme.