jueves, 29 de mayo de 2008

Salamanca candela

Vengo a Salamanca por segunda vez en mi vida y, de nuevo, a trabajar. Y cuando digo que vengo a trabajar quiero decir que vengo sólo a trabajar. A mis veintitodos aún no conozco la mítica marcha salmantina. Pero bueno, ya habrá tiempo; aunque ya no cuele como universitaria, el espíritu lúdico-festivo sigue en mí incluso con más fuerza que en mis años mozos.

Ojo, que venga a trabajar no quiere decir que sea una seta. Intento aprovechar los ratos libres (comidas y tardes-noches) para dar vueltas por ahí, conocer un poco la ciudad (hay un manojo de sitios cuyos monumentos he visto sólo de noche), tomar algo y probar la gastronomía típica. Puede parecer que no es la fiesta padre, y no lo es, pero yo me lo paso en grande. Me gusta pasear sola por callejas de un casco antiguo un martes por la noche oyendo sólo el ruido de mis pasos. Me encanta elegir un restaurante que me dé buena espina, sentarme en una mesa y observar, escuchar, leer, escribir y degustar.

Así es como he terminado en el sitio en el que he comido hoy. Algún día escribiré un tratado sobre cómo encontrar los locales más frikis en cualquier ciudad del mundo. Creo que tengo un talento especial para eso.




¿El criterio de elección? Que había salmorejo en el menú, justo lo que me apetecía, ha sido una señal. Bueno, y también el nombre: ¿cuánta gente en su sano juicio entraría a comer en un restaurante que se llama Tormento? Sí, sí, como suena, Tormento.

Decorado con motivos rococó-bucólico-pastoriles-Luis XIV y atendido por dos camareros, un joven efebo menudito con mechas rubias y un sarasón entrado en años repeinado, con pendiente y gafas de pasta que me ha tuteado desde el primer momento sin perder una educación exquisita.

Ah, y la comida estaba buenísima.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Asaltando bibliotecas

Este lunes venía cargado de novedades, pero llevo dos días demasiado densos como para robarles un minuto y escribir aquí. Y claro, Yelacis y sus martes sin tensión se me ha adelantado comentando la sincolumna de esta semana.

Comentario curioso: uno empieza yendo a la biblioteca porque el sueldo no da y resulta que los múltiples placeres que se obtienen a cambio superan con creces la cuestión de la pela.

A mí me gusta sobre todo la cuestión del descubrimiento, de la aventura. No sé cuántos libros tengo en casa, muchos, varios centenares, pero si cuento los autores o temas no me salen tantos. Compro sobre seguro, no es cuestión de tirar el dinero. Y luego disfruto enormemente de la excitación de entrar en una biblioteca, el corazón se acelera ante la perspectiva de descubrir algo nuevo, se van los ojos hacia las estanterías, con un puntito de nervios, y cual Terminator se va focalizando el objetivo, reduciendo el campo de búsqueda hasta que, voilà, ahí estás, te leeré, te vienes conmigo a casa. Uf, qué subidón.

lunes, 12 de mayo de 2008

De nuevas copas

Por fin me he estrenado en Una copa con... No ha sido con una entrevista, sino con una croniquilla de un concierto, el de Pablo Ager, pero bueno, mi primera aportación a este proyecto que espero que llegue muy lejos ya está publicada y me hace ilusión.

Ya tengo otra razón para promocionarme los lunes además de las sincolumnas. Por cierto, la de esta semana se la dedico a Yelacis, querida, que dio con el título del libro que estoy leyendo.

jueves, 8 de mayo de 2008

Días de hotel

Que te saquen de viaje para cubrir unas jornadas fuera de tu ciudad está muy bien, pero que te las organicen en el mismo hotel en que te hospedas debería estar penado por ley. Dicen que Lérida es una ciudad muy bonita. Dicen que está "ahí fuera". Yo no me lo creo.

Aunque tiene sus ventajas: ante una ponencia soporífera, siempre es posible huir dos plantas más arriba, meterte en la habitación y escribir alguna chorrada.

PD. Yelacis, querida, ¿has conseguido averiguar el título del libro?

Noches de hotel


Cuando viajo por trabajo duermo muy poco. Sí, sí, aún menos de lo normal. Pero es que me encantan las habitaciones de hotel. Me tiro horas haciendo zapping, mirando por la ventana, estudiando la carta del servicio de habitaciones, jugando en el ordenador, leyendo, escribiendo o, simplemente, perdiendo el tiempo.

Me encanta viajar sola, en salidas relámpago, hoy cojo un avión, paso la noche en otra ciudad, todo el día trabajando, mañana más trabajo y vuelvo a casa. Es agotador, mucho más que estar en la redacción, acabo currando bastantes más horas, pero me gusta igual. Siempre hago una foto de lo que se ve por la ventana del hotel y otra de la habitación. Luego las repaso y me cuesta recordar a qué ciudad pertenecían; creo que eso es parte del encanto.
Ahora mismo estoy en Lérida, acabo de terminar los artículos que tenía que enviar al periódico, son más de las tres de la mañana y, en lugar de irme a dormir, asalto el minibar, me enciendo un cigarrillo y me pongo a escribir esto. Mañana (dentro de un rato), me levantaré a las 8, me daré una ducha rápida, desayunaré cualquier cosa (lo que menos aprovecho son los bufés de los hoteles, una pena) y otra vez al tajo después de despedirme con tristeza de la habitación tras la consabida foto. Y pensando en cuál será la próxima ciudad, el próximo hotel, la próxima habitación.

lunes, 5 de mayo de 2008

Cuatro días, cuatro puntos

Desde luego, no puede una relajarse... Me marcho cuatro días de puente (qué peazo de ciudad es Roma, madre del amor hermoso) y a la vuelta:

1. Ha muerto Calvo Sotelo. Da penita, pero significa algo: la transición a la democracia ya no es pasado reciente, sino que empieza a convertirse en parte de la historia.

2. El Madrid ha ganado la Liga. Me alegro mucho, por un lado porque no me gusta el riesgo, eso de dejarlo todo para el último partido y hacer el ridículo más espantoso si se pierde después de semejante temporadón, y por otro porque no soy de ésos que querían cantar el alirón el miércoles ante el Barça. No me gusta humillar al contrario porque alguna vez tocará perder y no me gusta que me humillen.

3. Tengo 74 correos nuevos, de los que más de 60 son notificaciones de Facebook, de las que unas 50 son de las mismas tres personas. ¿Cuántas horas diarias dedicáis a la web ésa, chiquillos? ¡¡Salid al mundo exterior!!

4. El Robocop, por supuesto.