viernes, 28 de marzo de 2008

¿Y qué si leemos más?

Me deja mi amigo Alan, el escritor, un comentario en el post anterior:

No has terminado de comentar lo que te parece eso de que las mujeres
supuestamente lean más. ¿Qué es esto, un medio imparcial?

¿Y qué quieres que diga ante la evidencia? Las mujeres leemos más, y me parece bien, y me parece normal. Desde pequeños: el porcentaje de niñas que se decantan por Barco de Vapor es mucho mayor que el de niños, que a esa edad suelen preferir un balón de fútbol (ya lo sé, no todos). Y así toda la vida. Sólo tienes que echar un ojo al mercado: hay mucha literatura "para mujeres", no así "para hombres". Porque claro, no podemos olvidar, tristemente, que leer más no significa leer mejor, y la proliferación de jazmines, diamantes, arlequines y todo tipo de novelas romanticonas algunas cuasieróticas sigue siendo terrorífica, no hay más que meterse en el metro para comprobarlo.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Y la muerte le besó

En una de las direcciones de correo electrónico que más uso, y también en alguno de los nicks que suelo utilizar en mis andanzas por la interné, aparece el número 47. Mucha gente me ha preguntado qué significa el resto del nombre (Jarreth) pero creo que nadie se ha interesado por el número que, obviamente, no hace referencia alguna ni a mi edad ni a mi fecha de nacimiento. En vista del poco interés que despierta la cifra en cuestión, voy a explicar su origen y no el del resto (jota a erre erre e te hache... ¿Cómo? ¿Yarré? Sí, sí, algo así).


1947 fue un año que ha hecho mucho por mi imaginario particular. Vio nacer no sólo al más grande, a David Bowie, sino a bastantes de mis ídolos mayores y menores: James Woods, Peter Weller, Eusebio Poncela, Paul Auster, Stephen King, Víctor Manuel y alguno más que ahora mismo no recuerdo.

Pero no queda ahí la cosa: en tan mágico año se estrenó una de mis películas favoritas. Se trata de El beso de la muerte, en que se cuenta la historia de un exconvicto (Victor Mature, único fallo de la película), que tras salir de la cárcel trata de iniciar una nueva vida alejado del hampa. El problema es que para obtener la libertad traicionó a sus compinches, y eso no está bien visto. Por eso, el más inquietante y sádico de los malechores le busca para agradecerle su gesto. En su búsqueda deja para la historia del celuloide la escena más salvaje del cine negro, y ríete tú de Bogart acosando al dulce Leslie Howard en El bosque petrificado. Y es que al malo malísimo no le bastó con arrancar una lámpara, atar con el cable a una anciana paralítica a su silla de ruedas y lanzarla con silla y todo escaleras abajo, sino que además se meaba de la risa. Esa risa helará la sangre de todo el que vea la película y tenga sangre en las venas. Ese jovenzuelo rubio, con cara de perverso, mirada sibilina, sonrisa terrorífica y traje al más puro estilo Capone era un actor que irrumpía en Hollywood y en la historia con semejante papel, nominación al Oscar incluida.

El beso de la muerte fue la primera película de Richard Widmark, que sin ser ni muy alto ni muy guapo ni un tremendo actor ni un galanazo, es para mí uno de los más grandes. Por varias razones:

- Por empezar su carrera convirtiéndose en el más malo.

- Por tener una voz a la vez dulce, a la vez aguda, a la vez temible cuando hacía del más malo.

- Por haber hecho tanto y tan bien de malo hasta cuando peinaba canas, como en Contra todo riesgo, con la réplica de un entonces aprendiz de perverso James Woods.

- Por ser tan increíblemente adorable, heroico y el bueno de la película en otras tantas, como Dos cabalgan juntos y El gran combate.

- Por hacer películas del Oeste fuera de los cánones como La ley del Talión, Desafío en la Ciudad Muerta o Álvarez Kelly.


- Por dejar perlas interpretativas tan brillantes como las de La noche y la ciudad (la de 1950, claro, que la de De Niro es un remake) o Pánico en las calles.

- Por ser tan rubio.

- Por morir tan bien en tantas películas en que al pobre se le cargaban.

- Por ser el mejor caso de Poirot en Asesinato en el Orient Express.

- Por hacerme soportar a Spencer Tracy (lo confieso, no le trago) en ¡dos películas!: Los juicios de Nuremberg y Lanza rota.

- Por interpretar en la mítica El Álamo el papel de Jim Bowie. ¿Adivináis de qué personaje histórico norteamericano sacó alguien su nombre artístico?

- Porque me pongo a repasar su filmografía y no terminaría nunca esta lista.

Richard Widmark, nacido en 1914, murió ayer, pero todas estas razones y muchas más no morirán nunca.

jueves, 20 de marzo de 2008

La vida es una mierda

Ayer me llamó mi madre cuando estaba en el trabajo. "Tengo una mala noticia", dijo, haciendo gala de mano izquierda. Durante una décima de segundo se me pasaron por la cabeza miles de malas noticias: la imaginación no tiene límites cuando se trata de tragedia. Al menos tenía claro que a ella no le había pasado nada grave, mayormente porque me estaba hablando y además desde casa (bendito sea el que inventó los teléfonos con pantalla), pero aun así el abanico de posibles desgracias era grande.

Transcurrida esa eterna décima de segundo, continuó: "El pequeño de Yolanda, que se ha matado con la moto". "¿Mario?", pregunté abriendo mucho los ojos. "Sí, con 17 años".

Yolanda es mi prima. Nunca he tenido una relación muy estrecha con mis primos: todos son demasiado mayores (de los 40 que tiene mi hermano p'arriba) y sus hijos demasiado pequeños. Envidio a la gente que tiene una legión de primos con los que se lleva genial, con los que juega, con los que crece, como mi hermano los tenía de niño, como Mario, el hijo de mi prima Yoli, los tenía hasta ayer. Bueno, no siempre: ahora no les envidio.

Con todo esto busco justificar que ayer, cuando me llamó mi madre, cuando me dijo qué había pasado, cuando comprobé que la mala noticia no era ninguna de las terribles noticias que había imaginado, lo que sentí fue alivio. Había muerto un niño, mi primito lejano, y eso es horrible. Pero para mí... no sé explicarlo, por eso quería escribirlo, a ver si me sale. Para mí no era una noticia de las que te machacan, no era nada de lo que en centésimas de segundo se me había pasado por la cabeza, y eso me alivió. Como a cualquier ser humano, supongo. O quiero suponer.

A todos nos toca, nos ha tocado y nos tocará en algún momento recibir ese tipo de noticias, de las malas, las peores, y cuantas menos veces, mejor, pensándolo fríamente. Estoy triste, muy triste, pero ésta vez la mala suerte ha ido a parar sobre los que compartían su vida con Mario: su hermano, sus primos, sus tíos, sus amigos, sus padres. Sobre todo ellos: lo peor que le puede pasar a uno en esta vida es perder a un hijo.

viernes, 14 de marzo de 2008

De hipócritas

El tiempo desnudará a los que hoy se disfrazan.


William Shakespeare, El Rey Lear, versión (bastante libre) de Juan Mayorga.

lunes, 10 de marzo de 2008

Ya no me plagio

Dicen mis críticos (tengo casi tantos como seguidores, o sea, un par, y en ambos casos son los mismos) que no está bien que me autoplagie y cuelgue aquí lo que publico en Sincolumna.com. Cachisenlamar, ya me quedo con una entrada menos a la semana, con lo prolífica que soy yo.

Pero todo tiene solución menos la muerte, y hay maneras de conjugar la crítica constructiva con el autobombo y la falta de imaginación: hacerme un post hablando de mi libro, digo, de mi columna, sin necesidad de plagiarme. ¿La excusa? Citar mis fuentes. Cuelgo aquí el texto íntegro de la noticia en que me he inspirado esta semana, y de paso le doy las gracias al muso que me la pasó. Ahí va:


UE-MUJERES Mujeres van más a teatro y leen más que hombres, que ven más cine y deporte


Bruselas, 6 mar (EFE).- Las mujeres europeas se inclinan más por el teatro que los hombres y también hay más lectoras, mientras que los hombres son más asiduos al cine y, sobre todo, a los espectáculos deportivos.
Así se desprende de la encuesta sobre actividades de ocio de hombres y mujeres
difundida or Eurostat, la oficina estadística comunitaria, con motivo de la celebración del Día Internacional de la mujer trabajadora, el próximo 8 de marzo.
Según estos datos, el 34% de las mujeres de la UE acudió al teatro el año pasado, frente al 29% de los hombres, y el 74% de la población femenina leyó por lo menos un libro, tasa siete puntos superior a la masculina.
El 53% de los hombres fue tanto al cine como a un espectáculo deportivo, porcentajes que en el caso de las mujeres fueron del 50% y 25%, respectivamente.
En España, las mujeres superan a los hombres en lectura, ya que el 60% terminó un libro el año pasado, frente al 50% de los hombres.
Los españoles, hombres y mujeres, son, junto a los griegos, chipriotas, rumanos, portugueses y griegos los europeos que menos leen.
Los hombres españoles van más al cine (el 60%, ocho puntos más que las mujeres), al teatro (26%, dos puntos más) y a eventos deportivos (51%, 24 puntos más).

miércoles, 5 de marzo de 2008

No me gusta decir chau

Escribí esto a mano, en un cuaderno, sentada en una mesa de mi bar favorito, el Diablos Azules, sola, apurando un tercio.

He venido, supuestamente, a ver una actuación cómica, pero sólo supuestamente. En realidad estoy aquí porque aún no sé cuándo mi amiga Ale dejará España, y quiero aprovechar las oportunidades de verla por aquí. Egoístamente deseo que tarde en arreglar sus problemas con las cajas, que retrase su viaje.

Mi amiga Alejandra lleva siete años en España, la conozco desde que llegó, pero no hace siete años que es mi amiga. No sé en qué momento ni por qué empezamos a caernos bien.

Pero ahora se vuelve a Perú, a ser feliz, a tener lo que quiere, lo que le hace falta, lo que quizá le hace falta aquí desde hace mucho tiempo. Quiero pensar que Madrid no le ha decepcionado, que a ratos ha sido feliz aquí, que cuando alcance la plata vendrá de vacaciones, que hablaremos mucho por el messenger. Ahora no hablamos mucho, no nos contamos muchas cosas, no solemos vernos fuera del bar pero, puta, la echaré de menos un huevo.

Qué lejos queda Lima cuando la distancia es de verdad; qué largos son siete años cuando no duran siempre.