jueves, 4 de septiembre de 2008

Back in town

Pues no, al final no fuimos a Chichen Itzá. Salimos de Playa pelín tarde y no nos daba tiempo. La oficina de AVIS de Playa del Carmen funciona bien y tiene buen servicio a buen precio, pero rápidos, lo que se dice rápidos, no son. Llegamos a comer a Valladolid y a cenar a Mérida. Manda huevos, ¿para eso me hago yo 10.000 kilómetros? Ciudades coloniales, bonitas, animadas, habitadas por mayas que hablan en maya, salvo los niños, que "en la escuela aprenden puro español". Y por la noche, de compras y cena y cerveza y copas y concierto. Vaya cinco 'c' tan majas, oye. Faltó sólo echar un par de... canciones de Sabina, una lástima que los trovadores del bar en que estuvimos sólo conocían 19 días y 500 noches.

Al día siguiente, carretera y manta. Y topes, muchos topes. Fuimos a Uxmal, a ver unas ruinas bastante impresionantes y llenas de nidos de golondrinas y murcielaguitos dormidos. E iguanas, claro. Y después, por los caminos de Yucatán, atravesando pueblecitos y saltando con los malditos topes. ¿No pueden poner unas banditas sonoras como dios manda, de ésas que te obligan a frenar un poco? No, no pueden. Lo que hacen es plantar atravesado en la calzada un muro, una tapia, una muralla de cemento que hay que sortear en primera si no quieres dejar los cuernos clavados en el techo del coche. Que se lo pregunten a Lula, que desde aquel día no tiene rizos en la coronilla.

Y bueno, lo que siguió: Chichen Itzá, espectáculo nocturno, vuelta a casa con Froguez esperándonos en la calle temeroso de que a sus niñas mayores les hubiera pasado algo, viaje a Tulum, descubrir que podría vivir descalza e iluminada por velas durante mucho tiempo, una playa aún más paradisiaca que las anteriores, unas ganas tremendas de hacerme hippie, unas cervezas deliciosas en compañía de un amigo al que por fin puse cara, un gatito dormilón que casi se viene conmigo a casa, el sol alegrándome la piel, unos tacos de camarones acompañados de ceviche reconfortantes, una excursión a lo más profundo de Yucatán (en sentido literal) con espíritu de aventura y fascinación, una borrachera de tequila fantástica con acompañamiento musical inmejorable, una última visita a la playa con primeras nostalgias, un café infame que no terminé, la sorpresa de regresar acompañada de Chichén, el nudo en la garganta, la autofoto en el aeropuerto, otro adiós maquillando un hasta luego, un viaje de vuelta en duermevela, Madrid, mi mamá, mi casa, Warhol, mi cama.

Luego hubo chalet, piscina, Expo en Zaragoza y vuelta a currar. Se han acabado las vacaciones, y mato la nostalgia planeando futuros viajes y encuentros. Vuelve la vida de siempre, mi vida que no puedo llamar rutina. Los artículos, las entrevistas, las cañas, las buenas noticias, las sincolumnas, los relatos, las novelas, los reencuentros, las Copascon, los conciertos, los SummerRose, las series, los fines de semana, el primer puente, la tele, el fresco, las visitas, la falta de sueño. Me invade la pereza.

Necesito unas vacaciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y también viene una nueva personita tu primer sobri valenciano, eh!!! Un besazo guapetona, y no te me quejes tanto que eres afortunada. Paz

Yelacis dijo...

Y yo aburrida y muerta del asco todo agosto en Madrid. Si sé que estás posteando te comento y seguro que hubieras escrito más, que sabe a poco :)

olehmannf dijo...

¿Te puedo odiar aunque sea un poco?