miércoles, 5 de marzo de 2008

No me gusta decir chau

Escribí esto a mano, en un cuaderno, sentada en una mesa de mi bar favorito, el Diablos Azules, sola, apurando un tercio.

He venido, supuestamente, a ver una actuación cómica, pero sólo supuestamente. En realidad estoy aquí porque aún no sé cuándo mi amiga Ale dejará España, y quiero aprovechar las oportunidades de verla por aquí. Egoístamente deseo que tarde en arreglar sus problemas con las cajas, que retrase su viaje.

Mi amiga Alejandra lleva siete años en España, la conozco desde que llegó, pero no hace siete años que es mi amiga. No sé en qué momento ni por qué empezamos a caernos bien.

Pero ahora se vuelve a Perú, a ser feliz, a tener lo que quiere, lo que le hace falta, lo que quizá le hace falta aquí desde hace mucho tiempo. Quiero pensar que Madrid no le ha decepcionado, que a ratos ha sido feliz aquí, que cuando alcance la plata vendrá de vacaciones, que hablaremos mucho por el messenger. Ahora no hablamos mucho, no nos contamos muchas cosas, no solemos vernos fuera del bar pero, puta, la echaré de menos un huevo.

Qué lejos queda Lima cuando la distancia es de verdad; qué largos son siete años cuando no duran siempre.

2 comentarios:

Simón de Belle dijo...

Vaya niña. me has puesto la piel de gallina oye. que pena! Lo bueno? los ratos que has pasado con ella y los que pasarás.

Anónimo dijo...

Vete a la mierda, guapa! si me vas a hacer llorar en la oficina delante de mas personas, al menos avisa, joer!

Angela.