miércoles, 27 de febrero de 2008

Sin aliento

Sí, sé que dije que el concierto de Malevaje del otro día merecía una entrada propia, pero eso no significaba que la fuera a escribir...

De hecho, desde entonces hasta ahora he visto una nueva actuación, aunque bastante peculiar: una entrevista para la radio de Diego A. Manrique aderezada con algunas canciones desnudas, sólo voz y fuelle, en La Boca del Lobo, un garito de Huertas. Fue un experimento curioso. Muchísima gente, el sitio era pequeño y estaba hasta los topes, pero reaccionamos a tiempo y recolocamos nuestros taburetes delante de todos los que llegaron después y sufrieron de pie.

Pero bueno, no es a esto a lo que iba. Lo que pretendo aquí y ahora es contar que por fin descubrí por qué disfruto tanto con los conciertos de Antoñito y Cía. Me pasa una cosa muy curiosa cuando escucho tango, cuando escucho ESOS tangos. Ayer, oyendo Las cuarenta, Silbando, Fuimos, sentía que me faltaba el aire. No, no me faltaba, en realidad había de sobra, ni siquiera se podía fumar. Es sólo que, no sé por qué razón, cuando escucho cantar así empiezo, inconscientemente, a respirar despacito, despacito, despacito, lo justo para seguir escuchando, pendiente sólo de lo que oigo, de lo que veo. Antonio con los ojos cerrados, tomando aire, empujando las palabras desde el pecho, casi dolorido, cantando con la garganta, con las manos, con todo el cuerpo, encogido, pariendo un tango, el fuelle que rezonga, que se abre aspirando suavemente, que silba la melodía, que se cierra con estrépito, apretando sus costillas de madera y metal, bufando un segundo antes de volver a desplegarse, un golpe sordo y ahí va otra vez, mágico, perfecto.

Termina la canción, suelto el aire retenido con placer, aspiro fuerte por la nariz, reacciono, abro la boca, sonrío, las lágrimas asoman a mis ojos, aplaudo con fuerza, vuelvo a respirar. Y así con cada tango, en cada concierto, incluso ahora sólo con recordarlo, he escrito esto con el aire justito.

1 comentario:

Diego dijo...

Rosita querida (nombre tanguero si los hay!) cómo me hubiera gustado estar allí para compartir tragos y canciones... aún recuerdo cuando estuve en Clamores viendo a Malevaje... qué tiempos aquellos!! un gusto leer la mini crónica... Me lo saludas de mi parte a Antoñito y Cía. uan mor taim besos desde mi buenos aires querido.
Diego