lunes, 18 de febrero de 2008

El huevo de oro... y la gallina

¿A cuánta gente le suena el nombre de Thomas Keneally? ¿Y el de Dennis Lehane? Posiblemente no a más de los que conozcan a Ian McEwan o Richard Matheson. Pues bien, el primero es uno de los mejores novelistas australianos del siglo XX; el segundo ha encabezado varias veces las listas de más vendidos en Estados Unidos sin haber cumplido los 50; el tercero es reconocible por la crudeza de su obra, y el cuarto es una de las grandes figuras de la ciencia ficción de todos los tiempos.

Todos ellos, y muchos más, han pasado o están ahora mismo en el top cinco de libros más vendidos en varios países, en muchos países, en prácticamente todos los países en que se venden libros. ¿Por qué? ¿Por la calidad de sus obras? ¿Por los premios recibidos? ¿Por un golpe de suerte? ¿Por una estrategia feroz de marketing? Un poco por todo, en parte por nada de lo mencionado. Lo que estos autores tienen en común es haber logrado que el azar pusiera una de sus obras en las manos de un director, un productor, un guionista o cualquier otro integrante con poder de la industria cinematográfica. Y es que resulta que los mencionados son autores, entre otras novelas, algunas de ellas filmadas también, de La lista de Schindler (llamada El Arca de Schindler cuando se publicó sin ningún éxito en 1984 y reeditada años después ya con el título que había modificado Spielberg), de Mystic River, de Expiación y de Soy leyenda.

Cada semana, entre 3 y 5 de los libros más vendidos corresponden a recientes adaptaciones cinematográficas. Por un lado, eso permite que lleguen a los puestos más altos autores que de otro modo no habrían conseguido triunfar. Y por otro, hace que nuevos ojos se posen sobre viejas historias, como en el caso de El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, de nuevo entre los más vendidos gracias a su paso por las pantallas.

Además de los que pueblan los primeros puestos, muchos otros libros son adaptados cada año para el cine o la televisión. Es cada vez más frecuente reconocer novelas o relatos detrás de los fotogramas, y ver en los títulos de crédito el “Basado/inspirado en la novela…”. Aunque desconozco el porcentaje de películas que se estrenan anualmente basadas en libros, da la sensación de que el cine se está quedando sin ideas. Debe de ser cada vez más difícil elegir a los nominados al Oscar a mejor guión original, ¿no?


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